La base-superestructura: Un modelo para el análisis y la acción

Sep 16, 2023

Foto de DarwinPeacock, Maklaan. Fuente: Wikicommons.

Nota del equipo editorial: Esta es una traducción del artículo “The Base-Superstructure: A Model for Analysis and Action“, puede encontrar la versión original aquí.

Introducción

Aunque el propio Marx solo mencionó la “base” y la “superestructura” en (según mis cálculos) dos de sus obras, el “problema” de la base-superestructura sigue siendo una fuente de seria controversia para los marxistas, nuestros simpatizantes y nuestros críticos. A pesar de su enorme papel en los debates marxistas, el modelo puede, cuando se contextualiza y comprende en sus matices, ser bastante útil para analizar la sociedad capitalista y organizar para el socialismo [1].

Marx introduce explícitamente la distinción entre la base y la superestructura en el prefacio de su libro de 1859 A Contribution to the Critique of Political Economy (Contribución a la crítica de la economía política). En el prefacio, Marx se basa en su trabajo anterior con Engels, The German Ideology (La ideología alemana), y escribe:

“En la producción social de su existencia, los seres humanos entran inevitablemente en relaciones definidas, que son independientes de su voluntad, a saber, relaciones de producción apropiadas para una etapa dada en el desarrollo de sus fuerzas materiales de producción. La totalidad de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, el fundamento real, sobre el cual surge una superestructura legal y política y a la que corresponden formas definidas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso general de la vida social, política e intelectual. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino su existencia social la que determina su conciencia” [2].

La base de la sociedad —que también se traduce como “infraestructura”— incluye las relaciones de producción y las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas nombran la fuerza de trabajo, los instrumentos o herramientas utilizados por los trabajadores y los materiales que los trabajadores transforman en el proceso de producción. Las relaciones de producción implican la organización social de la producción y la reproducción, o cómo la re/producción de la vida está estructurada. Es importante enfatizar que la base no es solo las fuerzas productivas sino las relaciones de producción, que no son solo económicas sino sociales.

La superestructura comprende el sistema político-jurídico del Estado y la conciencia —o ideología— en general, que se manifiesta en la cultura y el arte, la religión y la espiritualidad, la ética y la filosofía, etc. La superestructura surge de la totalidad de las relaciones de producción. La actividad política y los procesos y productos intelectuales son determinados por el modo de producción (las relaciones y fuerzas de producción). Y como veremos a continuación, los elementos de la superestructura a su vez influencian la base.

Según Engels, él y Marx pusieron tanto énfasis en la importancia de la base debido a su contexto histórico y material, porque respondían a quienes negaban la importancia de la producción. En una carta de 1890 al socialista alemán Joseph Bloch en la que Engels aclara su modelo, señala que “tuvimos que enfatizar el principio central vis a vis nuestros adversarios, que negaban su existencia” [3]. Al principio de la carta, escribe que “el factor determinante en última instancia de la historia es la producción y reproducción de la vida real”, y que “si alguien tuerce esto para decir que el factor económico es el único factor determinante, transforma esa proposición en una frase absurda, abstracta y sin sentido” [4].

Engels infiere que las preguntas de Bloch provienen solo de su estudio de la literatura secundaria, y le pide a Bloch que lea las fuentes primarias, refiriéndose en particular al libro de Marx de 1852, The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte (El decimoctavo brumario de Luis Bonaparte), quizás el único otro lugar en el que Marx mencionó explícitamente la superestructura (aunque alude a ella en otros textos). En este trabajo anterior, Marx formula la superestructura de esta manera:

“Sobre las diferentes formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de la existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensamiento y puntos de vista de la vida distintos y peculiarmente formados. Toda la clase los crea y los forma a partir de sus fundamentos materiales y de las relaciones correspondientes” [5].

Las clases, es decir, los colectivos definidos por su ubicación en la totalidad de la producción social producen formas de sentir, pensar y comprender la vida.

El contexto y las relaciones de la base y la superestructura

Que el modelo no es una fórmula mecánica —en la que la base produce unidireccionalmente la superestructura— es evidente cuando consideramos el contexto en el que aparece.

A Contribution to the Critique of Political Economy (Contribución a la crítica de la economía política) fue el producto del trabajo que Marx hacía para Capital. ¿Cuáles fueron algunas de las principales críticas de Marx a la economía política? Primero, la economía política tomaba las apariencias por sentado y no cuestionaba las estructuras subyacentes que generaban tales apariencias. En segundo lugar, veía la economía política y el mundo como una serie de objetos y sujetos independientes , cuando eran partes interconectadas e interrelacionadas de una unidad o totalidad que estaba en constante movimiento. En tercer lugar, y como resultado de las dos primeras críticas, no usaba un enfoque histórico-materialista para comprender estas transformaciones, proyectando las categorías presentes hacia el pasado y el futuro, de modo que el capitalismo como sistema social se imaginaba como eterno.

Aquellos que toman la base como independiente y estática, se ponen del lado de los adversarios burgueses de Marx. Para Marx, no es una fórmula economicista en la que los cambios en la economía conducen de forma automática y predecible a cambios en la sociedad. La base-superestructura es una “metáfora espacial” que sirve para fines descriptivos [6]. Si bien puede prestarse a una lectura según la cual lo que sucede abajo determina lo que sucede arriba, si se entiende como un modelo marxista, es útil para comprender y analizar la dinámica de la lucha de clases.

Es por eso que Marx usó la superestructura en El decimoctavo brumario de Luis Bonaparte para: “distinguir aún más las frases y fantasías de los partidos de su organismo real y de sus intereses reales, su concepción de sí mismos de su realidad” [7]. Continúa ubicando parcialmente el fracaso de la revolución de París de 1848 y el éxito del golpe de Estado de Louis Napoleón Bonaparte de 1851 en el surgimiento de la socialdemocracia, que:

“Se resume en el hecho de que las instituciones democrático-republicanas se exigen como un medio, no para eliminar dos extremos, el capital y el trabajo asalariado, sino para debilitar su antagonismo y transformarlo en armonía. Por muy diferentes que sean los medios propuestos para la consecución de este fin, por mucho que estén adornados con nociones más o menos revolucionarias, el contenido sigue siendo el mismo” [8].

Las fuerzas socialdemócratas, utilizando frases revolucionarias, no buscaban derrocar las relaciones de producción existentes, sino gestionarlas de manera más equitativa a través de la superestructura política y jurídica capitalista.

El marxismo y el modelo de base-superestructura

Dado lo anterior, está claro que el modelo es dialéctico. Como materialista histórico, Marx entendía que la base y la superestructura de la sociedad cambian con el tiempo y dependen del contexto. Ni la base ni la superestructura, ni la relación entre las dos, son unificadas, estáticas o ahistóricas.

Las relaciones de producción en el capitalismo estadounidense no están unificadas ni son estrictamente económicas en el sentido de que están estructuradas y divididas por raza, nacionalidad, género, dis/capacidad, sexualidad y otras jerarquías. Engels afirma que las relaciones de producción son sociales (y raciales) en una carta de 1894 al anarquista alemán Walther Borgius. Respondiendo a la solicitud de Borgius de aclarar el papel de la base, Engels reconoce que “las condiciones económicas… determinan en última instancia el desarrollo histórico. Pero la raza en sí misma es un factor económico” [9]. Claramente, la raza es parte de la base, pero obviamente también es superestructural, ya que 1) la raza es una categoría históricamente construida y en evolución y 2) la raza es preservada y ordenada no solo por las fuerzas y relaciones económicas, sino por elementos como la cultura, los medios de comunicación y el sistema legal.

De hecho, Engels dice poco después que “el desarrollo político, jurídico, filosófico, religioso, literario, artístico, etc. se basa en el desarrollo económico. Pero todos ellos reaccionan entre sí y también sobre la base económica” [10]. Los límites entre la base y la superestructura no son estáticos ni fijos, y los elementos superestructurales en la sociedad trabajan para reproducir elementos de la base. Más fundamentalmente, sin embargo, las distinciones son producto del pensamiento más que de la actividad real. En realidad, uno no puede “ver” dónde termina el estado y comienza el capital.

El capitalismo requiere, por ejemplo, el sistema legal del Estado para hacer cumplir los derechos de propiedad privada. En este caso, es crucial para la reproducción de la base. Porque surge el sistema legal capitalista desde las relaciones capitalistas de producción, los cambios en el sistema legal podrían alterar las relaciones de producción existentes, pero no pueden fundamentalmente derrocar esas relaciones, porque para ello se requiere la creación de un nuevo sistema social y económico.

Aunque Marx no le dedicó mucho tiempo a estudiar la economía política de la actividad cultural, otro ejemplo del dinamismo del modelo aparece en su argumento de que los artistas y otros trabajadores culturales son agentes productivos. Distingue a los que producen plusvalía de los que no, aunque ambas pueden ser formas de trabajo asalariado (por ejemplo, trabajar para el Estado no produce plusvalía pero es una forma de fuerza de trabajo vendida a otro). Marx conceptualiza el trabajo intelectual, el baile, la escritura, el canto y otras acciones “artísticas” o “culturales”, cuando se realizan a través de la mercancía de la fuerza de trabajo, como formas de trabajo asalariado [11]. Por lo tanto, tales formas de trabajo se pueden ver a través del prisma de la base o la superestructura.

Todo esto pone de relieve que la base y la superestructura es una metáfora y un modelo para los marxistas, una forma de analizar y abordar la sociedad y la transformación social en lugar de una explicación.

Los teléfonos inteligentes: Un ejemplo

Para comprender mejor la relación entre la producción material y las ideas o concepciones mentales, pensemos en la proliferación de “teléfonos inteligentes”. Cuando, para enviar correos electrónicos, solíamos tener que sentarnos frente a una computadora y conectarnos por cables al Internet, teníamos una idea diferente del tiempo y la comunicación de la que tenemos ahora que muchos de nosotros podemos enviar correos electrónicos donde sea y cuando sea. Una encuesta de Pew Research del 2021 encontró que el 85% de las personas en general (y el 73% de las personas que ganan menos de $30,000 al año) en Estados Unidos tienen teléfonos inteligentes, por lo que este no es un fenómeno menor [12].

La tecnología hace posible que su jefe le pida que responda correos electrónicos (o sea, trabajar) por la noche. Difumina la distinción entre el trabajo y la vida, y hasta entre trabajo y ocio. ¿Cuántos de nosotros respondemos correos electrónicos de trabajo durante las vacaciones? El teléfono inteligente me permite hacerte una pregunta menor o una serie de preguntas a lo largo del día, en lugar de esperar y escribir un solo correo electrónico. Comenzamos a pensar en el tiempo de manera diferente y comenzamos a relacionarnos de manera diferente. Cuando era estudiante, por ejemplo, era normal que los profesores respondieran a los correos electrónicos en unos pocos días. Ahora la expectativa es que los profesores respondan en cuestión de horas.

Incluso nuestros sentimientos y cuerpos cambian. ¿Alguna vez has sentido que tu teléfono vibre en tu bolsillo solo para darte cuenta de que no lo hacía? Esto se llama “síndrome de vibración fantasma”. Un estudio del 2011 de 290 estudiantes de pregrado encontró que alrededor de “el 89% de la muestra había experimentado vibraciones fantasmas, y el 40% experimentó estas vibraciones al menos una vez a la semana” [13]. Sin embargo, el teléfono inteligente no surgió espontáneamente, no cayó del cielo. Los trabajadores lo concibieron, lo diseñaron, lo produjeron y lo hicieron posible. Es una fuerza material productiva que cambia nuestras formas de conciencia, formas de sentir, sentidos del tiempo y más. Sin embargo, la razón por la que se produjeron teléfonos inteligentes y posteriormente se distribuyeron en toda la sociedad es porque aumentan la productividad del trabajo. El mismo objeto que, cuando se usa para trabajar, entra en la base, cuando se usa para fines no laborales, entra en la superestructura.

Utilizando el modelo para el movimiento revolucionario

La revolución socialista no puede venir sin cambiar la base de la sociedad, ya que implica transformar la propiedad privada en propiedad colectiva, abolir las relaciones capitalistas y construir relaciones socialistas. Pero la superestructura reacciona en la base y la informa. Hay una interacción dinámica entre los dos, y la pregunta no es tanto qué se ubica en qué parte del modelo, sino ¿qué es lo más estratégicamente significativo para el avance de la lucha de clases en un contexto particular? La abolición del trabajo asalariado —la revolución socialista— tiene que enfocarse en la superestructura y la base y comprender su composición, sus contradicciones y sus potenciales.

En el capítulo sobre la jornada laboral en Capital, Marx describe la lucha de décadas por una jornada laboral “normal”. Cita detalles horribles sobre los abusos del capitalismo industrial sobre los trabajadores de los inspectores de fábricas. Al final del capítulo declara que “los trabajadores deben unir sus cabezas y, como clase, lograr la aprobación de una ley, una barrera social todopoderosa que impida que los propios trabajadores se vendan, por contrato voluntario con el capital, a sí mismos y a sus familias a la esclavitud y la muerte”. En otras palabras, el objetivo táctico es establecer “una jornada laboral legalmente limitada” [14].

Esta es un llamado para un cambio en la superestructura, para una reforma legal. Es una lucha significativa para reducir la jornada laboral, no solo para proteger a los trabajadores de los abusos de los jefes, sino también para darles más tiempo para organizarse. Al mismo tiempo, también influye sobre la base de la sociedad, porque dada una jornada laboral limitada, el capital tiene que buscar otras vías para acumular plusvalía adicional. De hecho, es con estas limitaciones que el capital recurre a la producción de la plusvalía relativa, que es cuando nace propiamente el capitalismo como modo de producción [15].

Otro ejemplo es la crítica de Marx a Alfred Darimon, un seguidor de Proudhon, que quería introducir una “forma socialista” de dinero que representara el tiempo real que los trabajadores trabajaban. Si bien Marx reconoció que “una forma [de dinero] puede remediar males contra los cuales otra es impotente… mientras sigan siendo formas de dinero”, reproducirán estos males en otros lugares de la misma manera que “una forma de trabajo asalariado puede corregir los abusos de otro, pero ninguna forma de trabajo asalariado puede corregir el abuso del trabajo asalariado en sí mismo” [16]. El capitalismo no puede ser derrocado sin cambiar las relaciones de producción.

Las revoluciones requieren condiciones objetivas y subjetivas. Sin cambios en la conciencia de masas —que son superestructurales pero se relacionan entre sí e influyen sobre la base— ninguna crisis del capitalismo conducirá a un nuevo modo de producción. Una crisis en el sistema capitalista puede, a su vez, ayudar a cambiar esa conciencia, pero no es en sí misma suficiente. Ninguno de las dos puede ser vista o abordada de forma aislada, y tiene que ser abordada como interactuando dentro de la totalidad cambiante de la sociedad capitalista. En respuesta a estos enfoques, nuestras tácticas y estrategias cambian.

Referencias

[1] Gracias a Jon Greenway por sus comentarios sobre un borrador anterior de este artículo.
[2] Karl Marx, A Contribution to the Critique of Political Economy (Nueva York: International Publishers, 1859-1970), págs. 20-21.
[3] Friedrich Engels, “Engels to Joseph Bloch”, en Marx-Engels Selected Correspondence (Nueva York: Progress Publishers, 1890/1965), 396.
[4] Ibíd., 394, 396.
[5] Carlos Marx, The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte (Nueva York: International Publishers, 1852/1972), 47.
[6] Louis Althusser, On the Reproduction of Capitalism: Ideology and Ideological State Apparatuses, trans. G. M. Goshgarian (Nueva York: Verso, 1995/2014), 54.
[7] Marx, The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte, 47.
[8] Ibíd., 50.
[9] Friedrich Engels, “Engels to W. Borgius en Breslau”, en Marx-Engels Selected Correspondence (Nueva York: Progress Publishers, 1894/1965), pág. 441.
[10] Ibíd., 441-442.
[11] Karl Marx, “Appendix: Results of the Immediate Process of Production”, en K. Marx, Capital: A Critique of Political Economy (Vol. 1), trans. B. Fowkes (Nueva York: Penguin, 1939/1990), 1044.
[12] Centro de Investigación Pew, “Mobile Fact Sheet”, Centro de Investigación Pew, 07 de abril de 2021. Disponible aquí.
[13] Michelle Drouin, Daren H. Kaiser y Daniel A. Miller, “Phantom Vibrations Among Undergraduates: Prevalence and Associated Psychological Characteristics”, Computers in Human Behavior 28, no. 4 (2012): 1493.
[14] Karl Marx, Capital: A Critique of Political Economy (Vol. 1): The Process of Capitalist Production, trans. S. Moore y E. Aveling (Nueva York: International Publishers, 1867/1967), 285, 286.
[15] Véase Mazdi Majidi, “Relative Surplus Value: The Class Struggle Intensifies”, Liberation School, 18 de agosto del 2021. Disponible aquí.
[16] Karl Marx, Grundrisse: Foundations of the Critique of Political Economy (Rough Draft), trans. M. Nicolaus (Nueva York: Penguin, 1939/1973), 123.

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